Tuesday, October 12, 2010

Tesla Jam

Hurgando en lo recóndito del pasado Ramonesco aparece una anécdota poco conocida por la banda cercana. Anécdota que ya trasciende época y que en fechas recientes fue desempolvada con promisorias (espero) posibilidades.

El cuento empieza en el mítico verano del ’96 (que recuerdo musicalmente trascendente en varios niveles)

Desde el pasillo ya olía a vieja y apolillada. El hedor a humedad te pegaba con tubo cortesía del hule espuma entrampado entre el ladrillo y la alfombra de fibra que cubría piso, techo y paredes. Entré a la cabina de XHUIA-FM (por esos años “Radio Ibero”) con la honorabilísima misión de conducir durante 6 semanas un programa veraniego dedicado al Jazz y con ningún otro mérito mas que ser un pseudo aprendiz del género (lo que por falta de opciones me hacía “el experto”).

El espacio estaba pensado en un formato de una hora semanal con las muy ilusas intenciones de cubrir (de alguna manera) el enorme vacío dejado desde el ’92 cuando salió del aire “Jazz FM Stereo” (conducido por Roberto Morales en el 104.1 FM).

Descubrí en la cabina de Radio Ibero un museo. Un par de muli-traks TASCAM, cuatro “pres” Technics (dos funcionando) y una mezcladora que en mi cabeza era una Mark III pero los recuerdos me engañan y con toda probabilidad fuera otra. En el estudio había un tanque por mesa y 3 micrófonos Shure SM-58 (que usted recordará por episodios como; “el micrófono que usaba el Lucerito en Siempre en Domingo”).

El culmen del recuerdo de aquella época era un foco de 100 Watts que colgaba orgullosamente en la cabina. El famoso foco pretendía ser una manifestación silenciosa testimoniando la potencia de transmisión de la estación. Apenas el año anterior, la SCT había autorizado a la Ibero subir la potencia de transmisión de 20 a 100 Watts pensando en que estos serían apenas suficientes para radiar las inmediaciones del campus Santa Fe. Sin embargo, como broma Maxwelliana, los 100 Watts de alguna manera se las ingeniaban para llegar al Valle. Prueba de ello es una entrecortada grabación de uno de los 4 programas de Jazz que finalmente se transmitieron ese verano desde Radio Ibero, capturada desde la Colonia Independencia de la Ciudad de México y conservada para la posteridad en cassette.

De ahí la anécdota salta al ’00 cuando en un intento desesperado por recuperar espacio-mensaje-medio, el Dr Hipo encomendó a sus alumnos de Ingeniería Electrónica un proyecto de rescate para la vieja estación usando de pretexto la clase de “Laboratorio de Instrumentación”.

Tirados en aquella alfombra, que en otra vida había sido amarilla, Henry y yo operamos durante 3 días seguidos las vísceras de la bahía de parcheo de Radio Ibero. Extirpamos metros y metros de cable intoxicado y restauramos sus funciones más básicas. Al final de la exitosa operación recuerdo haber notado al mítico foco un tanto zarandeado, posiblemente por la pérdida de la reverencia ante el cambio de generación.

Apenas un año después, en uno de esos subi-bajas de la vida y capitalizando una de los pocos gestos de altruismo del Foxiato, la Ibero recibió de manos de la SCT el permiso para incrementar su potencia de transmisión a 3,000 Watts. Así iniciaría una nueva etapa de renovación integral de la estación que culminaría en lo que hoy es “Ibero 90.9 FM”

De este periodo se recuerdan, entre muchas otras innovaciones, la implementación del enmascaramiento de frecuencia experimental que actualmente permite a la estación transmitir con el incremental de potencia sin desperdigarse a las frecuencias de transmisión aledañas. Por ese entonces, y sumido en los aspectos técnicos del rediseño de la estación, el Dr Hipo me invitó a colaborar en la asesoría técnico de 90.9 so pretexto de mi “vasta” experiencia en estudios de grabación.

La verdad, mi aporte real al nuevo proyecto fue marginal limitándose a revisar la propuesta de interconexión entre las distintas cabinas, validar el equipo del “engineering room”, además de ocasionalmente revisar el avance de la obra (en su nueva casa en el edificio P de la Ibero) enfocándome principalmente en la acústica de las cabinas. De entonces conservo, orgullosamente, la taza con el logo de Ibero 90.9 FM regalo del Dr Hipo por mi “invaluable” participación.

Ahí terminaría la anécdota si no fuera por mi más reciente roce con la estación.

Sucede que en estos tiempos post-modernos de limitada oferta multi-plataforma, la banda ávida de contenido inteligente se ha manifestado. La respuesta a su llamado es una colección de capítulos seriados de tema específico para transmitirse en distintas plataformas digítales. La propuesta de programación es variada incluyendo cultura, política, religión y, por supuesto, ciencia e innovación. El siguiente paso es conjuntar las propuestas de cada tema.

Así surge “Tesla Jam”. El piloto dedicado al trending gadgetero, la revolución digital y la innovación como proceso de evolución tecnológica. Sirva también como un espacio filosófico-reflexivo para rendir homenaje a la banda pionera, aquellos que coloquialmente apodamos “locos”.

Aterricé pues, dando tumbos con mi todavía pata de palo, el martes pasado en la cabina del laboratorio de convergencia digital de la UIA. Me encontré compartiendo un “Blue” (que lejos estamos ya de los 58’s) con @lmuia (Dr Hipo) y @wcervantes (waldobio). La productora registró para la posteridad el momento en twitter con un… “Grabando piloto de programa de radio con @lmuia, @wcervantes y @jjramon”. Tras la corrección de “es con e y d al final” proseguimos.

Mi supuesto aporte al programa es en calidad de Ingeniero Aeroespacial (hasta que sirve de algo!!!) y apasionado de la innovación. Título y perfil que teóricamente deberían otorgarme una perspectiva pragmático-explicativa contrastante a la participación caótica-irreverente del Dr Hipo y la dispersa-divergente de waldobio.

La conversación inició de manera aleatoria ante la evidente falta de “pre” quedando claro que no es lo mismo diseñar el transductor de un micrófono que usarlo. Des pues de varias iteraciones y con los roles acordados, le pegamos a un formato que hoy está en la “post” y que estamos seguros dará de que hablar.

Qué dirán es otra historia.

Thursday, October 07, 2010

Morado

No, no fue el doloroso salto-pa-atrás desde la isla, el regreso al mundo del abarrote y los 253 mil kilómetros / 10 países / 18 kilos de salmón en todas sus versiones. Menos la salida de la caja utópica (también llamada Procter), un asalto a mano armada o el semi-caótico aterrizaje en mi nueva trinchera también abarrotista.

Estuve cerca(s) de lograrlo el pasado junio pero el consejo editorial decidió reservarse por unas semanas los relatos aterciopelados de la hija-mia; muñeca de ojos multicolores, cachetes mas bien regordetes y sonrisa eterna.

No, el silencio siguió a pesar del coctel sentimentaloide atizado por los relatos de las vicisitudes cotidianas de la banda cercana (amigos, hermanos, usados y maltrechos)… vicisitudes que uno acaba sufriendo en carne propia… pero ni eso.

No, lo que finalmente disparó el regreso al relato cotidiano del “Maravilloso Mundo del Ramon” (AKA. “Bellus Orbis”) fue el desafortunado “incidente” acaecido el pasado domingo y los hechos que brevemente le sucedieron. En el viaje aproveché para limpiar este ilustre espacio dejando únicamente las más renombradas entradas para recordarlas para la posteridad =)

Contexto

El ritual del despertar dominical se caracteriza, desde hace un par de meses, por el estruendo de la hija-mia pateando sus cobijas en un afán heredado por deshacerse del arropo maternal. Los vestigios (+2 minutos) de esa lucha desenfrenada invariablemente derivan en la susodicha durmiendo plácidamente exhausta y a su fiel servidor observando orgullosamente desde la distancia (sobra decir, con el sueño espantado) aquella desfachatez.

Iniciado ya en la dinámica mañanera, y una vez ataviado con el uniforme del Peñarol (mismo que por practicidad y una oferta irresistible utilizamos de bandera en el equipo “Atletico Malverde”) me despido de mis “wapas” arrancándoles entre sueños un “adiós abejorro” (para los conocedores del uniforme del Peñarol supongo que encontrarán, al igual que yo, el comentario exquisitamente insultante).

El “Atletico Malverde” es un malogrado equipo de media tabla que vive del recuerdo de mejores días. Sin embargo, y a falta de opciones, la liga dominical de “Fut 7” resulta un buen escape de la cotidianidad y para un crack de la carpeta verde como yo (perdón!), un perfecto escaparate para lucir forma y figura.

Sin tener un planteamiento fijo y más bien improvisando posiciones según “quién llegue” en el Malverde he derrochado estilo desde la portería hasta la punta. Si bien la mayor parte de mi vida futbolística la he vivido bajo el arco, en una trayectoria prácticamente ininterrumpida desde por ahí del 88, en últimas fechas me he propuesto de “11” cosechando logros no menores tanto en el “Bigote” como en el “Malverde”.

El Incidente

El disturbio en la fuerza sucedió el domingo pasado en el encuentro de “Atletico Malverde Vs Vodka Juniors”. Por ambos equipos llegamos 7 jugadores por lo que se pronosticaba una contienda cerrada que seguramente se definiría en la segunda mitad, cuando sin cambios, el desgaste inclinara la balanza a favor de aquel equipo que mantuviera la entereza y condición.

Para no hacer la historia más larga de lo que es, el resumen al minuto 35 era Malverde 2 – Vodka 0. El registro del “Señor Autoridá” marcaba los dos pirulos para el 11 de Malverde “Yak Ramon”.

Después del espectáculo de técnica y estilo la falla vino al tratar de evitar un corner en contra de Malverde. Inmediatamente sentí la anomalía en los ligamentos talofibular anterior y posterior (ok, el tobillo). El daño era evidente. De repente la racha desde el 88 se iba por el caño, pedí mi cambio sin respuesta. La falta de jugadores de reserva me obligó a caminar a la portería contraria para pararme los 5 minutos restantes haciendo bulto en un intento por jalar marca y evitar así dar ventaja numérica. Funcionó, Malverde mantuvo el marcardor.

Los Hechos que Brevemente le Sucedieron

Al llegar a casa, con ayuda de mi wapa enfermera apliqué el tratamiento que “el matador” Luis Hernández inmortalizara en memorable reportaje durante el Mundial del ’98; alternar agua caliente con sal y agua helada. Nada. Después de un rato empecé a sospechar ya que cualquier lesión sin importancia desaparece súbitamente ante semejante portento de remedio alquímico.

El dolor subió de tono y ya sin poderlo disimular los ánimos se encendieron al explicar en repetidas ocasiones (sin éxito) que no había estado como chivo loco en el partido “arriesgando el físico” (otra vez). Ante las proporciones desorbitantes que empezaba a alcanzar el tobillo se resolvió “por mutuo acuerdo” en acudir a ayuda profesional.

Una vez superada las formalidades de “Jack… J-A-C de casa-K de kilo, etc“ y después de la tremenda sacudida que le dieron al troyano que cuida mi dinero, me admitieron en una aburrida sala de urgencias donde me instalaron en una diminuta camilla.

Así pues, con el tobillo colgando (y no por alguna fractura sino porque mi pie se salía de la camilla) me encontraba yo en aquel nosocomio jugando a Gulliver filosofando sobre la escala del mundo y con cierto miedo aprensivo de tener que revivir la tragicomedia de vestir una bata hospitalaria Liliputiense.

En ese contexto inició la procesión de enfermeras y pasantes, digno del orgullo de Lujambio y los festejos Bicentenarios, solo interrumpido por la eterna cantaleta… “Jack… J-A-C de casa-K de kilo, etc“. El teatro anterior, luego entendí, era solo el preámbulo para la entrada triunfal, cual Amneris en Aida, de “la doctora” ordenando en perfecto Do de pecho un Rx para descartar fractura.

Habemus diagnosticum!!!: “Esguince de segundo grado en tobillo derecho”

Mi sorpresa era infinita. Y no por el porte operístico de aquella mujer y su escote, sino por el hecho, no menor, de que mi tobillo (ahora morado) era el izquierdo. Temiendo represalias en condiciones francamente desfavorables para mí le mostré su error. Iluso de mi, eventualmente pagaría las consecuencias.

Después de recetarme lo que yo claramente entendí como un “desenfriolito” la Dra mandó traer venda, férula y charola para aplicar la curación. Se plantó en posición perpendicular a mí y con elegante movimiento apuntaló mi talón en su escote (y desparramados alrededores) y se encomendó en aplicar el vendaje.

Desee que mi ahora intrascendente lesión hubiera acabado con las terminales nerviosas de mi extremidad. Me concentré, sin éxito, en evitar un trauma psicológico pero el daño estaba hecho. El alta vino momentos después.

-“Su tobillo estará como nuevo en 3 semanas”

Debo reconocer que mi tobillo sigue hoy en franca mejoría, pero al parecer las secuelas del stress post-traumático que me regaló la Dra “Bustos” se quedarán para la posteridad.

Desde entonces, como ya les relataba, el color de mi semana es morado. Digo, por si tenían la duda.