Reflexionando sobre lo acaecido en los últimos días (dentro del contexto del análisis post navideño) me encuentro fascinado por una nueva faceta de mis sobrinas que me obliga a declararme una vez más como su más absoluto fan. Y es que en la reciente historia de mutua dependencia “tio cool – sobrinas maravillosas” nunca se había presentado la oportunidad de referirme a ellas con la intención de sosegar mis afanes explicativos.
(Pausa…. un poco de referencia)
De todas las leyes del universo (incluyendo las que dominan al maravilloso mundo del Ramón) mi preferida es la segunda ley de la termodinámica. Popularmente conocida por su alter ego "no hay nada tan malo que no se pueda poner peor", este corolario de la ley de Murphy encabeza mi top 10 por dos razones; el concepto de entropía (mi palabra favorita) y la explicación de por qué el universo evoluciona en la dirección en que lo hace.
El concepto de entropía se refiere a la medida del desorden y según la segunda ley de la termodinámica, mientras avanzamos en el tiempo la entropía de un sistema solo puede aumentar o permanecer igual, no disminuir… considero innecesario abundar en el cómo es que mis sobrinas navideñamente ilustraron el concepto de que la entropía (desorden) aumenta irreversiblemente a medida de que pasa el tiempo.
A cualquier cosa que demuestre una asimetría en el tiempo se le conoce como “flecha del tiempo” y específicamente a la asimetría que mis sobrinas estarían demostrando al desarmar su rompecabezas se le conoce como “flecha del tiempo termodinámica”. En otras palabras, una asimetría entrópica entre el pasado (piezas ordenadas) y el futuro (piezas desordenadas).
Además de la flecha del tiempo termodinámica existen otras dos flechas del tiempo fundamentales, la cosmológica y la psicológica. La flecha del tiempo cosmológica se refiere a la dirección en la que el universo se expande (y todo parece indicar que seguirá expandiéndose en la misma dirección independientemente de mis sobrinas). La flecha del tiempo psicológica se refiere a la dirección en la que sentimos que pasa el tiempo (la dirección en la que recordamos el pasado y no el futuro).
(Para las dos cardebola)